Bienvenidos al paraíso o “la isla” como la he venido llamando desde que aterricé en ella. Bueno, cabe clarificar esto. La isla se llama Rarotonga y es la más grande del archipiélago que forman las Islas Cook, que es el nombre del país. A unas 3 horas y poco de avión de Nueva Zelanda y a 9 de Estados Unidos nos encontramos en un lugar completamente aislado en medio del Océano Pacífico. Y a eso veníamos, a aislarnos y disfrutar del paraíso. No he podido evitar las innumerables referencias a Lost, pero es que realmente el parecido es asombroso. Adelante, perdeos conmigo, bienvenidos a Rarotonga.
La isla se encuentra rodeada de un arrecife como el que había en Australia, con lo cual las olas impactan en su exterior y el agua que rodea inmediatamente la isla forma una laguna perfecta para pecer, nadadores y buceadores.
Primera toma de contacto con el hostal, aquí la zona común, donde se cuece todo y donde nos reunimos para comer, jugar, hablar, reír y todo lo demás.
Por las mañanas Anna recoge algunos de los plátanos que crecen en los alrededores y nos los ofrece como desayuno. Sin necesidad de ir al supermercado, la isla es el supermercado.
Salimos del hostal y tomamos la calle dirección a la playa.
Unos 300 metros después hacemos el primer contacto con el mar y nos damos cuenta del paraíso en el que acabamos de aterrizar…
Estamos lejos, muy lejos de la mayoría de lugares, incluído el infame McDonald’s que la isla ha conseguido mantener alejado por el momento. Estamos lejos, pero qué más da si estamos en el paraíso. Bienvenidos a Muri Beach.
Al día siguiente nos dirigimos al pueblo a explorar la capital Avarua, a unos 20 minutos en autobus.
La calle principal que rodea la isla. Se puede circumnavegar en unos 50 minutos.
Prácticamente todo el mundo va en moto, pero nunca nadie ha visto u oído de la existencia de un objeto llamado casco.
El cine del pueblo o del páis diría. “Better on the screen”, mejor en pantalla, dicen!
Los baños señalizados en la lengua local, una variedad del idioma maorí. Supongo que me debo incluir en el grupo de los “tane”.
Estamos en una isla y en la isla lo que abundan son cocoteros y cabañas. La oficina de turismo hace honor a lo que veníamos a ver.
En el centro de la isla, los montes y bosques, igualito que en Lost…
Para comer, pollo frito y patatas, especialidad de la isla y cocinado por una abuelita que lleva la vida haciendo esto y bien rico que lo hace.
Degustando a un compratiota de este me doy cuenta de que en la isla muchas cosas estan al revés y, entre otras cosas, los animales están como fuera de lugar… Gallos en el comedor…
Perros en la playa…
Vacas en el bosque…
Al menos la flora está donde debe estar.
Palmeras y cocos por todos lados. Los cocos caen con frecuencia y desde una altura considerable. De hecho son causa bastante común de muerte en la isla…
Otra referencia a Lost, la cabaña de Jacob… y os juro que un día vino Vincent al hostal. Aparecío de la nada y cuando fui a por mi cámara había desaparecido…
¿Pero cómo es la vida en la isla? ¿Qué hacemos para pasar el rato? Ahí va la respuesta:
Por la mañana / tarde toca playa. Sale el sol, hace calor y apetece un bañito. Tras 5 minutos en moto llegamos a nuestra playa favorita, perfecta para relajarnos y explorar las profundidades del mar.
Por la tarde toca partidillo de futbol, 3 para 3, todas las nacionalidades representadas, un español, un holandés y un francés contra un alemán, un inglés y un canadiense. ¿Quién creéis que va a ganar?’
Quién va a ser! Mi equipo gana con gol de Peter, el holandés en el último minuto de partido.
Después del esfuerzo toca descansar y disfrutar del sol.
Otros, como nuestro amigo alemán Paul, deciden ir un paso más allá y armados con el arpón van al ataque…
con resultados negativos para los peces de la zona. como podéis ver…
Después de la playa y una breve siesta, paseo en moto al centro de la isla, donde se encuentra la única pero espectacular cascada de la isla. Algunos toman un baño, pero el agua está fría…
Se hace de noche y no nos apetece cocinar, llevamos 3 días comiendo pasta y decidimos acudir al bar de la esquina, que es famoso por sus espectaculares hamburguesas.
Esperando hambrientos nos olvidamos de la edad que tenemos y nos dedicamos a tomar una foto estúpida tras la otra. ¡Felicidad!
Por fin la hamburguesa ha llegado y tan rápido como llega, desaparece de la mesa…
Tras alguna que otra cerveza en el hostal, tomamos el bus y nos dirigimos hacia el pueblo. Es viernes por la noche y como en todos lados, la gente sale de fiesta. Todo la gente del bus nos mira porque con la que estamos liando no es para menos… De izquierda a derecha: Youri y Woody de Australia, Peter de Holanda, Evan de Canadá, Paul de Alemania y moi.
Al día siguiente...
Y después de tantas emociones y tan pocas horas de sueño qué mejor que acercarse a la playa a ver la puesta de sol.
Se hace de noche, es hora de despedirse y dirigirse al aeropuerto. Ante mi un largo viaje de 10 horas que me hará cambiar de país, de continente y hasta de hemisferio. Los Ángeles allá voy!
Pero la memoria se ha nutrido de imágenes y recuerdos imborrables de lo más cercano que he estado del paraíso. No encontré a Kate, pero pasé a formar parte de la isla. Ahora la isla me tiene y yo tengo a la isla.
Hasta muy pronto amigos, saludos desde el cielo.
M
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