Friday, May 20, 2011

Próxima parada: Queenstown

Hola de nuevo!
Siempre me pilla el toro con esto de los posts, así que ahora voy a intentar hacer actualizaciones más frecuentes, aunque con las conexiones patéticas que tengo por aquí subir fotos me ocupa la mitad del día…
En fin, que después de la primera impresión más bien tristona de Nueva Zelanda y sin motivo alguno para quedarme más tiempo en Christchurch, al día siguiente me metí un bus que en algo menos de 10 horas me llevaría a la ciudad de las emociones fuertes: Queenstown. La jornada se hizo larga, pero uno se acaba acostumbrando, además se va parando cada x tiempo para hacer pausas en lugares que normalmente coinciden con lugares de interés. Como veréis, en Nueva Zelanda la cosa va de lagos y montañas. La verdad es que son absolutamente espectaculares, pero cuando llevas tres o cuatro te paras a pensar si lo único que ocupa la memoria de tu cámara son los lagos y las montañas. Pero bueno tú, es lo que uno se encuentra por aquí. La isla sur y juraría que la norte igual, no tiene nada parecido a una autopista, así que la jornada transcurre por carreteras comarcales, normalmente montaña arriba, montaña abajo. Os juro que es realmente espectacular, pero si habéis visto “El señor de los anillos” ya sabéis de que hablo, porque realmente es así.

La primera parada para el almuerzo tras salir de Christchurch es el lago Tekapo, con un color verdoso turquesa absolutmente espectacular y único.

Y tras horas y horas de carretera la última parada antes de Queenstown es otro lago, el Wanaka, que coincidiendo con la puesta de sol, pues tampoco está nada mal.

Tras una primera noche en Queenstown un poco turbulenta (me hice colega de un inglés en el bus, compartimos hostal, cena y al menos nueve birras) el día amaneció un poco gris. Lo bueno es que por mucho que te haya maltratado la noche anterior aquí se respira un aire puro que sienta fabulosamente y después de un buen café y un croissant de chocolate el mundo pinta mucho mejor…
Como habréis adivinado, Queenstown está situada junto a otro lago, el Waiktipu o algo parecido y sí, también es muy bonito…


Paseo matutino por la península que rodea el lago, todo muy estilo Canadá.

Si no fuera porque esta gente en vez de jugar a golf convencional, juega a frisbee-golf, una modalidad algo más extrema e impredecible de hacer hoyos y entonces claro, te encuentras con señales tan memorables como esta.

Para acabar de olvidarme de las cervezas de la noche anterior nada mejor que una coca-cola y una de las hamburguesas, sino la más, famosas de Nueva Zelanda, el Fergburguer, conocido en todo el páis, abierto 22horas al día y siempre lleno de hambrientos y curiosos. La verdad es que la foto le hace justicia, fue una auténtica delicia.

Con el estómago lleno y las pilas cargadas, el inglés que se llama Rowan y yo nos cogimos la famosa góndola y nos subimos al monte.
Queenstown es la ciudad en la que se inventó el puenting y por tanto y aparte de todos los demás innumerables deportes de riesgo que se pueden practicar aquí, es una meca e peregrinaje para todo aquél que quiere saltar desde las alturas, profesional o principiante. De las tres variedades que ofrece la empresa que inventó el tema, la más espectacular es esta, llamada The Ledge. Situado a 400 metros de altura y con las vistas que podéis apreciar su interés reside en que estás atado al cable por la cintura, con lo cual en vez de saltar desde el borde de la plataforma, tienes que coger carrerrilla, correr y saltar al vacío tal cual. El amigo Rowan lo hizo con mucho gusto y yo fui el encargado de rodar el vídeo. Lamentablemente es muy largo y, por tanto, pesado y no lo puedo colgar de momento, pero cuando tenga una conexión algo más decente prometo subirlo, porque realmente es espectacular.

Después de chute de adrenalina nos dimos un paseo por la cima, apreciando las increíbles vistas sobre Queenstown.

La foto de rigor (sí, hacía una frío de la hostia, 7º de máxima y un viento del que da gustito)

La góndola para los que no quieren pegarse el pateo de 50 minutos. Jamás de los jamases.

A la bajada, ovejas y más ovejas. Se me había olvidado, a parte de lagos y montañas, Nueva Zelanda lo que tiene son ovejas. En concreto 40 millones en comparación a sus 4 millones de personas. Así que como comprenderéis se ven y mucho, pastando por todas las superficies imaginables, son los auténtico reyes de este país.

Con el permiso de este de aquí, el kiwi, símbolo nacional y gentilicio de la población neozelandesa. Imposible verlos, primero porque son muy tímidos, solo salen de noche y encima son rapidísimos. Y como ya los ví en algún zoo, pues ala, no pienso pagar.

De vuelta al valle, el pueblecito de Queenstown, muy turístico, recuerda a los pueblos del Pirineo y Andorra y es que esta ciudad es la capital de la nieve de Nueva Zelanda.

Al día siguiente me había comprado una ruta de día para ir a ver los fiordos del sur, el Milford Sound. Si lo buscáis en Google veréis imágenes espectaculares. Yo no las ví, porque el día me salió rana y la niebla y las nubes nos impidieron ver prácticamente todo. Si a eso le sumas que el viajes dura un total de 12 horas y de que el bus estaba repleto de una mezcla de turístas chinos y un grupo de jubilados alemanes, pues aguanta. De todos modos, el día así místico te recuerda a las escenas más turbias del Señor de los anillos. Ahí van algunas fotos.



El viaje incluía una ruta en barco por los fiordos, bastante espectacular con todas las cascadas que caían desde alturas inimaginables.



Parte de la gracia es que los barcos se aproximan hasta estar literalmente debajo de la cascada. Estos lo hicieron en esta, nosotros en otra que veréis más adelante.

Todo muy al estilo Canadá y Noruega.

Incluso tienen alguna pequeá colonia de focas, aquí pegándose la siesta.

Esta es “nuestra” cascada.

El indio se mojó de lo lindo jajaja.

Y la verdad es que impacta bastante, pero es como lo de los lagos y las montañas.Cuando llevas tres o cuatro, pues dices, mira otra cascada…

Y esto es todo desde Queenstown. Me gustó bastante el pueblecillo, muy buen ambiente, mucha gente joven y unas hamburguesas deliciosas.

Pronto os cuento más de mi próxima parada, Franz Josef, conocido por el impresionante glaciar que lleva su mismo nombre.

Prometo ser rápido!

Besos a todos!

M

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