Sunday, May 22, 2011

Fin de la isla sur: Franz Josef, Nelson y Picton

¡Vamos que no paramos!
Os presento el siguiente capítulo de milagros de la naturaleza. Después de dejar Queenstown me dirigí de nuevo en dirección norte, pero esta vez recorriendo la costa oeste. Tras nuevas carreteras interminables y pueblos perdidos en la nada, Mordor a izquierda y derecha, llegué a la zona de los glaciares. Hay dos, el Fox Glacier y el Franz Josef Glacier. Decidí quedarme en este último, por estar más al norte y por ser más grande. El pueblo es una risa, si es que se le puede llamar pueblo. Básicamente son dos calles totalmente ocupadas por hostales y algún que otro restaurante.
Si hubiera tenido más tiempo y dinero me habría gustado hacer un tour en helicóptero por encima de glaciar, ya que según me contó la chica inglesa (cuyo nombre nunca averigüé) de la que me hice amigo por un día, es desde donde se puede ver la inmensidad de esta maravilla natural.
Sea como fuere, cuando llegas y ves este monstruo por primera vez te acojonas bastante. Es enorme y si piensas que miles de años atrás todo el valle que veis en la foto era hielo, te cagas aún más. Actualmente y muy a nuestro pesar está en retroceso. Cada año se reduce considerablemente y dicen que no le queda mucho.


Cuando desciendes al valle y te vas acercando te das cuenta de que Nueva Zelanda realmente es otro planeta.

Cómo no, está lleno de cascadas.

Pero si te giras, te piensas que acabas de aterrizar en la luna (juro que no es una foto en blanco y negro, es color!)

La magnitud de la naturalezat te hace perder las palabras. Mi amiga inglesa y yo caminamos en silencio el uno junto al otro hasta finalmente llegar al punto más cercano del glaciar.

Es una pena que en la foto no se pueda apreciar del todo bien, pero el glaciar presenta una variedad de colores en el hielo absolutamente espectaculares.

Única foto que pude conseguir en la que salgo solamente yo. Me pasé 10 minutos intentando esquivar a los turistas asiáticos que no parecen inmutarse ante tu presencia. Están conquistando el mundo, os lo digo yo.

Pequeño zoom, aquí en la parte inferior derecha se puede ver un pequeño destello de azul, que, como os digo, en vivo se veía mucho mejor.



Y nada, después de visitar al amigo Franz Josef, empezó a llover y no paró en toda la noche, así que, recluído en el hostal, hice una de las cosas que tenía pendientes en este país, el colmo de los colmos: ver El Señor de los Anillos en Nueva Zelanda, oh yeah.

Y amaneció y fue lunes y de repente las montañas presentaban los primeros síntomas de invierno. Momento perfecto para huir dirección norte, a la ciudad que recibe el mayor número de días de sol al año de toda Nueva Zelanda: Nelson.


Como el viaje duraba casi 10 horas hicimos varias paradas por el camino, una de ellas en el espectacular mirador de Punakaiki o como lo llaman en inglés, Pancake rocks. Si habéis comido pancakes alguna vez, entenderéis porqué las llaman así.




¿A que se parece al desayuno? Pues eso, Pancake rocks.

La presencia de la población maorí (los nativos) en Nueva Zelanda es mucho más notable que en Australia. Todas las señales y placas están en inglés y la lengua nativa. De todo esto yo no entiendo nada salvo la palabra Aotearoa en la última línea, que significa algo así como “larga nube blanca” y es el nombre que los maorís dan a su país, es decir, Nueva Zelanda.

Y claro, con el idioma este, pues algunas semejanzas tenía que tener con el castellano, aunque el significado seguramente sea bastante diferente…

Y si el Kiwi es el animal símbolo de Nueva Zelanda, esta es la planta símbolo. Se llama "silver fern" y muchos la recordaréis si os fijáis en el logo tanto del equipo de rubgy de la selección de los All Blacks, como de la selección de fútbol de los All Whites.

Y tras el breve paréntesis llegamos a Nelson, aparentemente la segunda ciudad más poblada de la isla sur, creedme, una risa de pueblo, ni ciudad ni nada.

La mañana siguiente, tras un buen desayuno me armé de valor y me puse a caminar cuesta arriba para ver el motivo por el que Nelson es famosa.

Bonitas vistas, mucha casa de pastor, mucha oveja, muy al estilo Heidi.

Y muerto de agotamiento llegamos a la cima y aquí está: Nelson es famosa por esto…

sí, sí, eso dicen, que geográficamente este es el centro de Nueva Zelanda. No seré yo quien lo discuta ni lo compruebe, me lo creo y vuelvo a bajar el monte.

Nelson no tiene gran cosa que ver, pero es un pueblecito acogedor con una sorprendente selección de comida, realmente variada, buena y barata. Además, son bastante artistas aquí y tienen cosas como estas.


Y como digo, el pueblo tiene su gracia, pero no para quedarse más de dos días.

Aquí hice bastant vida de hostal y el que me hospedaba ofrecía cada noche púdin de chocolate casero con helado de vainilla, momento en el que todos nos reuníamos en la cocina. Aquí conocí a mucha gente muy divertida e interesante. Nos echamos una brutal partida al Cranium y hablamos y reímos hasta altas horas de la mañana.

Al día siguiente tocaba coger otro autobús, esta vez a Picton y desde ahí el ferry a la capital, Wellington en la isla norte. Así que mi nueva amiga americana Jessica y yo nos pusimos manos a la obra y viajamos juntos por el día.


Aquí la fantástica bahía del pueblecito de Picton, en un hermoso y caluroso día soleado. Al fondo mi ferry, con el que 4 horas después desembarcaría en Wellington.

Pronto más desde esta preciosa ciudad, la llamada Melbourne de Nueva Zelanda.

Hasta pronto!

Saludos y besos a todos!

M

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